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De cuando se podia fumar en los aviones

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Unas veces los recuerdos como el humo se van, otras te los trae el mismo humo. Cuando me siento en un avión siempre me vienen a la cabeza aquellas épocas no tan lejanas en que se permitía que los fumadores se ventilaran cigarros de diferentes tamaños sentados en estas pequeñas aeronaves. Y no penséis que el que escribe tenga animadversión a esta subespecie que echa humo tras una enorme calada, ni mucho menos. Al revés, soy fumador aunque de una sub-subespecie rara, pues soy fumador al que le molesta el humo. Qué le voy a hacer, me gusta fumar, pero no me gustan los daños colaterales; el olor a tabaco en la ropa, el sabor tras un cigarro y el ambiente cargado de humo. Soy como el cuervo loco, fumo pero fumo poco.

 

Cómo sé que algunos no habéis vivido esta nada envidiable época os voy a dejar algunas anécdotas y espero que los que sí la hayáis vivido y tengáis también alguna, la compartáis en los comentarios que nos hará a todos mucha ilusión.

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Recuerdo cuando hacías el check in, no el online que no existía, sino el presencial en el aeropuerto y le decías cándidamente al caballero o señora que por favor te diera asiento no fumador. La mayoría de veces la respuesta tras levantamiento difícil de una sola ceja por parte del interlocutor, es que sólo quedaban asientos de fumadores.

Las primeras veces te sorprendía agradablemente que tus conciudadanos fueran tan sanotes aunque luego te dabas cuenta de la vieja picaresca nacional. Todos los fumadores estaban hábilmente camuflados en los asientos de no fumadores. Y es que antes que pícaros fuimos cazadores-recolectores. En el susurro de motores en el vuelo acechaban estos fantásticos depredadores de tabaco que ansiosos e impacientes vigilaban el asiento libre en zona de fumadores para capturar esa presa, esa pequeña zona en que podían desahogarse y dar rienda suelta a su vicio reprimido y prohibido en las zonas en que habían reservado asiento.

 

Recuerdo un vuelo intercontinental con especial amargura. Un asiento había quedado libre a mi lado y era aprovechado mejor dicho exprimido por centenares de pasajeros de aquel vuelo. Bueno, no creo que hubiesen tantos por los que algunos debieron repetir. Pero el caso es que todo el rato tenía un tío sentado a mi lado fumando. Al cabo de 5 horas ya no podía más y me quejé a la azafata. Creí que iba a tener una empatía con mi problemática pero sin duda debí dar con una activista pro derechos del humo porque de poco me apercibe a mí por quejarme de un problema tan poco importante. Así que así seguí el resto de viaje, unas cuantas horas más, lanzando miradas asesinas a todo aquel que se sentaba a fumar a mi lado. Pero esas miradas eran inofensivas ante el desespero de un fumador empedernido enjaulado.

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Y no hacía falta que el vuelo fuera largo. Recuerdo un vuelo a Londres camino a Buenos Aires en que una señora fue capaz de fumarse 6 cigarros en 3 horas, contando el despegue y aterrizaje en que fumar estaba prohibido, igual para no marear al piloto.

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Lo único que me consoló fueron los 3 benjamines de cava que me regaló un azafato cuando le comenté el motivo de que estuviera detrás con la tripulación para evitar morir intoxicado en aquel vuelo.

 

Por último os contaré otra anécdota del mismo viaje porque el momento en cuestión era aterrizando en Ushuaia, al sur de Argentina El aterrizaje es dificultoso por la orografía y sumado al tiempo y turbulencias que muchas veces afectan en la zona.

 

Pues nada, otra señora fumadora a mi lado a lo que hay que añadir el pequeño mareo por las circunstancias. Y esta era de la especie cotorra fumadora y le encantaba saber que es lo que íbamos a hacer en Tierra del Fuego y no paraba de explicarme cosas. Debía estar encantada de tener un interlocutor tan callado pero es que estaba en una especie de trance entre el humo, el movimiento del avión y el aliento a tabaco que desprendía la señora. La veía como un cuadro de Dalí, con la cara un tanto deformada y surrealista con una enorme boca en forma de cenicero.

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Si ese hubiera sido mi útimo vuelo en avión no me hubiera asustado de llegar al infierno.

 

Y vosotros que habéis volado en aquellas épocas, recordáis situaciones parecidas?

 

 

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